miércoles, 3 de agosto de 2011

Candidato vinotinto // Rómulo Herrera

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El golpeado orgullo nacional tuvo un respiro con la formidable actuación de nuestra oncena vinotinto en la Copa América Argentina 2011. La conducción de César Farías, quien logró reunir a los jugadores venezolanos más famosos con los prospectos más prometedores, fue clave para esta seguidilla de éxitos que puso a vibrar a la fibra venezolana tan necesitada de triunfos en estos momentos grises para la patria. 
¡Qué líder este Farías! Que gran unificador, planificador, organizador, gerente. Que forma de sacar lo mejor de sus hombres y ponerlos a trabajar en equipo para un triunfo colectivo que trasciende a la Vinotinto para transformarse en el gran triunfo nacional de un país que viene siendo el hazmerreir de América, por eso de habernos convertido en colonia de Cuba, uno de los países más sufridos de esta sufrida América Latina.
Como hacen falta hombres como Farías en nuestro país. Líderes que administren los recursos y los conviertan en resultados tangibles, que no hablen mucho y que cuando lo hagan no parezcan una rockola vacía, repitiendo frases hechas.
Venezuela necesita un candidato que haga sentir a los venezolanos emociones tan fuertes y reconfortantes como las que sentimos en esta Copa América. Un candidato que prolongue el milagro vinotinto de la concertación, de la unión de corazones que latieron al unísono para celebrar los triunfos bien ganados y mejor celebrados.
Que bueno sería contar con ese hombre competente, eficiente, trabajador con una hoja de servicios que resista el análisis de todos, no como la historia de un niño con suerte que ha tenido grandes oportunidades, con resultados pequeños, porque no las ha sabido aprovechar para el bien colectivo, sino para el beneficio personal. Que bueno sería que la selección de ese candidato se haga con un riguroso análisis de gestión, para que no nos pase lo de siempre: decidimos por emociones y circunstancias y luego pagamos las consecuencias.
Venezuela necesita transitar caminos de progreso y bienestar, romper con los viejos vicios del pasado y los del presente, lograr la participación de todos en un proyecto de país moderno y progresista.
No es tiempo de equivocaciones, el momento histórico demanda amplitud, serenidad y grandeza. No hay espacio para sectarismos, ni exclusiones. Tampoco para la inconsecuencia y deslealtad. Debemos transitar nuevos tiempos de participación y verdadera inclusión; es el momento para seleccionar con la mente abierta y el orgullo de ser venezolanos, a un líder que una a los venezolanos, de todas las tendencias, edades y colores; un líder amplio, generoso y capaz, que no solo aparente sino que verdaderamente sea el hombre o la mujer capaz de combinar lo mejor de todos los sistemas para llevar a los venezolanos la mayor suma de felicidad.

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